Alegre y bendecida mañana para darte gracias por nuestro sueño reparador, por un nuevo día que nos regalas y por tu palabra que nos ilumina.
En todos los momentos de la historia ha habido “profetas de desgracia”, como los apodaba el “papa bueno” san Juan XXIII. Son personas tan asustadas por sus problemas que piensan que está ya cerca el fin del mundo. Nuestros días se caracterizan por cambios rápidos, mucha violencia, hambre y sufrimiento y un terrorismo muchas veces infundado.
Todo lo vivimos de esta manera porque nos dejamos convencer de lo primero que oímos a través de la televisión y otros medios de comunicación. No es de extrañar que surjan muchas sectas que especulen sobre el fin de nuestro mundo. Pero hoy tu mensaje es: «No tengan miedo», sigan confiando en mí, sean discípulos confiados, maduros y sólidos y den testimonio de mi amor. Ustedes están en mis manos.
Perdónanos porque en muchas ocasiones caemos en incredulidad y nos dejamos arrastrar por estas noticias sin tenerte en cuenta a Ti ni escuchar tu palabra. Ayúdanos a creer que tus planes sobre nosotros son de paz, no de desastre ni de temor. Mantén abiertos nuestros ojos a los signos de tu constante venida. Ayúdanos a comprometernos plenamente en el crecimiento de tu Reino entre nosotros llevando a cabo tus planes de paz y de amor. Sabemos que tenemos en la actualidad, momentos difíciles por el egoísmo, la desesperanza, la corrupción, la incomprensión el miedo y el temor. Nos confiamos a tu palabra y pedimos tu protección y auxilio en todo momento. En tus manos nos colocamos y creemos en tus palabras: «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré». Y nos dices también «Creed en Dios y creed también en mí». Creemos, confiamos y esperamos en ti señor. Amén.
Un muy esperanzador y Santo Domingo para todos.
ORACIÓN
Señor Jesús, al meditar en tus palabras sobre el fin de los tiempos y las pruebas que vendrán, te pedimos sabiduría para no dejarnos engañar por falsas promesas ni por aquellos que usurpan tu nombre.
Fortalece nuestra fe ante las tribulaciones, los temblores, las guerras y las persecuciones que podamos enfrentar. Ayúdanos a ser firmes y a no dejarnos llevar por el miedo cuando seamos llevados ante autoridades y sinagogas. Amén.
PALABRA DEL PAPA
También hoy, en efecto, existen falsos «salvadores», que buscan sustituir a Jesús: líder de este mundo, santones, incluso brujos, personalidades que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos alerta: «¡No vayáis tras ellos!». «¡No vayáis tras ellos!». El Señor nos ayuda incluso a no tener miedo: ante las guerras, las revoluciones, pero también ante las calamidades naturales, las epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de falsas visiones apocalípticas. El segundo aspecto nos interpela precisamente como cristianos y como Iglesia: Jesús anuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán sufrir, por su causa. Pero asegura: «Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá» (v. 18). Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios. Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más a Él, a la fuerza de su Espíritu y de su gracia. (Papa Francisco, Ángelus 17 de noviembre de 2013)
Reflexión del Evangelio escrita por Pbro. Ernesto María Caro
El Evangelio, casi al final del tiempo ordinario, y de acuerdo con el Evangelio de Lucas, nos sitúa en un contexto de reflexión escatológica, es decir, del final de los tiempos y nos invita a meditar sobre las realidades últimas, en lo cual, habría que destacar la perseverancia en la fe y la confianza en la Providencia Divina.
La destrucción del templo nos habla de la fragilidad del ser humano y nos ayuda a reflexionar en que no importa ni su belleza, ni su riqueza, ni su poder, pues al final de todo esto, no quedará nada; de manera que esta lectura es una clara invitación a no poner nuestro corazón en nada de las cosas materiales, ni en su apariencia, ni en su aspecto, sino a levantar nuestra vista hacia la eternidad y a las cosas del Espíritu.
Al mismo tiempo, nos invita a revisar si nuestra vida, después de haber recorrido todo el año litúrgico, se ha preparado para dar testimonio de Jesús ante los demás. Es pues, una invitación a reflexionar en la profundidad que ha adquirido el Evangelio en nuestra propia vida y lo visible que es este ante el mundo.
Ciertamente no sabemos cómo será este final, del cual ya la Iglesia participa, pero sabemos que debemos estar preparados y que los eventos que nos narra hoy el Evangelio no deben ni inquietar a los que hemos decidido seguir al Señor, pues en Él está puesta nuestra confianza y, pase lo que pase, viviremos en la esperanza firme de que Él cumplirá su Palabra de llevarnos a vivir al Cielo.
Recuerda, la vida lejos de Jesús pierde sentido y genera inquietud, su cercanía y presencia en nosotros nos lleva la esperanza cierta y a la paz en el corazón.
Pregunta:
¿Cómo enfrento las pruebas y los momentos de dificultad en mi fe?
Cita bíblica del día.
