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29-jun.-2025, domingo de la 13.ª semana del T. O.

Solemnidad de los santos Pedro y Pablo, apóstoles

Celebramos hoy con gozo la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, apóstoles. Ellos son los dos pilares sobre los cuales quisiste construir tu Iglesia y a quienes confiaste la fe. Su misma fe había sido probada cuando Pedro te negó y Pablo te perseguía. Tú los fortaleciste en tu fe, y luego dedicaron toda su vida a difundir el evangelio. Concédenos aprender de ellos a que tomes posesión de nosotros, de tal manera que vivamos para Ti y estemos dispuestos a sufrir por tu causa. 

Danos su fe y fidelidad para que podamos construir entre nosotros una verdadera unidad en el amor. Bendícenos, para que seamos firmes en la fe, construida sobre roca, y unida a Ti. Que tengamos el dinamismo de Pablo y su convicción en el amor. «No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi». «Todo lo puedo en aquel que me conforta… no he sido yo, sino la gracia de Dios en mí».

Y la fe de Pedro: «Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo».  «¿A quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna». Te damos gracias, Señor, por este mes que terminamos, por tu Corazón misericordioso y amoroso. Gracias por las alegrías y satisfacciones que pudimos compartir. Nuestros momentos de dificultad que pudimos superar gracias a tu presencia. Por los que partieron de nuestro lado, pero que tenemos la certeza que están a tu lado. Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. Amén.

Un muy feliz y bendecido descanso de puente. Ojalá compartido en familia. 

Meditación del Papa Benedicto XVI

Pedro responde: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Acto seguido, Jesús pronuncia la declaración solemne que define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (...). A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Las tres metáforas que utiliza Jesús son en sí muy claras: Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca oportuno; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá decidir o prohibir lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que es y sigue siendo de Cristo. Siempre es la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Así queda descrito con imágenes muy plásticas lo que la reflexión sucesiva calificará con el término: "primado de jurisdicción". Benedicto XVI, 7 de junio de 2006.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.