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Últimas actividades y fallecimiento del Santo

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Antes de pasar un año, debido al fervor popular, comenzó el proceso de canonización encargado al obispo de Padua; el 30 de mayo de 1232, día de Pentecostés, fue…

Durante la Cuaresma de 1231 dejó la redacción de los Sermones festivos para dedicarse con toda intensidad a la predicación, a la enseñanza y al sacramento de la penitencia, según la Assidua, que describe el fruto de esta labor con palabras llenas de admiración y emoción: "Reducía a la concordia fraterna a los enemistados; restituía la libertad a los encarcelados; hacía devolver lo robado con usura o violencia... Rescataba a las meretrices de su infamante trato; y mantenía alejados de poner la mano sobre lo ajeno a ladrones famosos por sus delitos. Y así, transcurridos felizmente los cuarenta días, fue grande la cosecha de mies, agradable a los ojos de Dios, que con su celo recolectó".

Una descripción semejante, más parece un resumen de su vida y actividad evangelizadora, que una descripción de la predicación de 1231. En esta ocasión destaca el fuerte acento social, pues las discordias entre güelfos y gibelinos estaban a la orden del día, y no menos la esclavitud por deudas, según el estatuto que publicó el "Común" de Padua el 15 de marzo de 1231 a petición del Santo. Lo mismo podemos decir de la usura, o de la atención a las prostitutas y a los ladrones profesionales. No menos importante parece ser la acción, en el mes de mayo, ante Ezzelino para pedir la libertad de Ricardo, conde de san Bonifacio, que no obtuvo, en las disensiones entre güelfos y gibelinos. Cansado, se retiró a Camposampiero, a unos veinte kilómetros de Padua, al eremitorio construido para los frailes por el conde Tiso, donde reemprendió la composición de los Sermones festivos mientras se dedicaba a la oración.

1. El 13 de junio de 1231, cuando iba a ser trasladado por fray Rogerio, a petición suya, al caer enfermo y sentir cercana la presencia de la hermana muerte, del eremitorio de Camposampiero al de santa María en Padua, otro hermano, fray Vinoto, que había salido a su encuentro, al verle tan enfermo decidió llevarlo a Arcella, suburbio de la ciudad de Padua donde estaban los frailes que asistían al convento de las Damas Pobres. Allí murió el 13 de junio de 1231 -según dice la Assidua- después de haber recibido los santos sacramentos de la penitencia y de la unción, cantando el himno "O gloriosa Domina" y los salmos penitenciales, y exclamando "Veo a mi Señor" entregó su alma a Dios.

La noticia de su muerte se extendió rápidamente y surgieron las disensiones sobre dónde enterrarlo, asunto que se resolvió con diplomacia, y el 17 de junio de 1231 se le dio sepultura en la iglesia del convento paduano de Santa María Mater Domini.

2. Antes de pasar un año, debido al fervor popular, comenzó el proceso de canonización encargado al obispo de Padua, Giacomo Conrado, al abad de los Benedictinos, Jordano Sforzaté, y al prior de San Agustín, Giovanni Schio da Vicenza; el 30 de mayo de 1232, día de Pentecostés, fue proclamado santo y canonizado con toda solemnidad en Espoleto, donde se encontraba la Curia papal, por el Papa Gregorio IX, que entonó la antífona de los doctores de la Iglesia, "O Doctor optime". Tal proclamación oficial de san Antonio como "Doctor capaz de iluminar a la Iglesia entera" se llevó a cabo, a petición de la Sagrada Congregación de Ritos, por el Papa Pío XII, con la carta apostólica Exulta, Lusitania felix el 16 de enero de 1946. San Antonio, conocido como hombre de Dios, predicador evangélico, teólogo, místico, empezó a ser conocido, después de su muerte y canonización, como el santo Taumaturgo cuyos portentosos milagros cantan los pueblos según el conocido responsorio "Si buscas milagros, mira..." y las devociones populares tradicionales que le hacen ser "el Santo de todo el mundo", según feliz expresión del Papa León XIII.

En cuanto a los escritos del Doctor Evangélico, según los estudiosos que han preparado la reciente edición crítica de los Sermones Dominicales et festivi, éstos son la única obra antoniana cuya autenticidad está atestiguada por catorce códices de los siglos XIII-XIV, según el elenco de dicha edición crítica. En el pasado, a san Antonio, por la fama de santidad y por su saber, además de las conocidas como auténticas, se le habían atribuido otras obras que no son fruto de su esfuerzo.