¿Cómo en medio de las diversas realidades humanas y sociales que acompañamos como servidores de esta diaconía para el desarrollo humano integral, podemos asumir una mirada contemplativa que nos permita descubrir y fortalecer la esperanza en Cristo?
En medio de la cotidianidad y de la tarea evangelizadora que el Señor nos ha encomendado a cada uno de nosotros, servidores religiosos, laicos y personas que buena voluntad que contribuyen al desarrollo humano integral, podemos correr el riesgo de caer en la superficialidad del acompañamiento, limitándonos a responder a las necesidades mediatas que se evidencian en los sectores, sin embargo, la acción evangelizadora de la Iglesia debe estar permeada por la misericordia del Señor, que nos invita a ir más allá de la necesidad latente, se trata entonces de poder ver a ese otro, que es hermano mío, como hijo de Dios, en su dignidad de ser humano, que hoy necesita de mí, y en él o ella está Cristo, Cristo que se convierte en signo de esperanza para poder acompañar a tantos que lo necesitan.
Sin embargo, ¿cómo podemos asumir esta actitud de contemplación para lograr descubrir y ver a Cristo en el otro que es mi hermano, y como esta actitud nos puede ayudar a visibilizar otras tantas realidades que quizá no han sido evidenciadas o cómo poder llegar a la profundidad de las que ya acompañamos, (cárceles, hospitales, habitantes de calle, soledad, abandono, violencia contra el ambiente, etc.) para ver siempre a Cristo?, Él que es esperanza. Además de ello ¿cómo lograr una actitud contemplativa que nos ayude a discernir si lo que venimos haciendo responde a la necesidad de las personas y a la voluntad del Padre?
