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Iglesia discierne sobre mensajes del Papa a Colombia

Se dio inicio a la CIV Asamblea plenaria extraordinaria de la Conferencia Episcopal de Colombia, donde se reúnen cerca de 100 obispos de toda la Nación, para reflexionar…

Esta asamblea extraordinaria del Episcopado Colombiano tiene una dinámica de conversatorios y trabajos grupales en los que los obispos de diferentes diócesis de la Nación profundizarán sobre cada uno de los discursos que el Sumo Pontífice ofreció a los jóvenes, reclusos, sacerdotes, religiosas, indígenas, víctimas del conflicto, familias y a la comunidad en general.

Monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, fue el encargado de realizar la apertura de esta jornada de trabajo de los obispos.

Lo acompañaron en la mesa principal el nuncio apostólico en Colombia, su excelencia Ettore Balestrero, el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá, monseñor Ricardo Tobón Restrepo vicepresidente de la Conferencia y monseñor Elkin Álvarez Botero secretario general de la CEC.

El presidente de la CEC, monseñor Urbina, presentó ante la asamblea aspectos claves para estas jornadas de discernimiento entorno a los mensajes del papa Francisco como: 

“Cuidar la siembra”, el Papa pide a los colombianos: “Cuiden con santo temor y conmoción el primer paso de Dios hacia ustedes y, con su ministerio, hacia la gente que le ha sido confiada, en la conciencia de ser ustedes sacramento viviente de esa libertad divina que no tiene miedo de salir de sí misma por amor, que no teme empobrecerse mientras se entrega, que no tiene necesidad de otra fuerza que el amor”.

Sobre todo, nos anima a no tener miedo de migrar de las aparentes certezas en busca de la verdadera gloria de Dios, que es el hombre colombiano, nos anima a ser un vientre de luz capaz de generar, aún sufriendo pobreza, las nuevas creaturas que esta tierra necesita.

Nos hace tomar conciencia de nuestra misión de pastores que vemos con nuestros propios ojos y conocemos como pocos la deformación del rostro del país, que somos custodios de las piezas fundamentales que hacen una a la nación, a pesar de sus laceraciones.

“Discernir”, sobre estas palabras pidió el Santo Padre: ¡Dios está escondido, no ausente!

Dios está escondido de manera especial en tantas personas destruidas por la guerra, en situaciones de vida sin salida, en los crucificados de hoy, en los holocaustos silenciosos y amordazados de las injusticias estructurales, en los marginados por la inequidad, en los sometidos a la trata de personas, en los que les han arrebatado su voz. Sin duda que nuestro pueblo mostró una nueva sensibilidad del corazón para percibir al Dios escondido: “miren que realizó algo nuevo ya está brotando ¿no lo notan?”.

“No podemos ocultar, menos negar, o, peor, esconder la situación dramática y preocupante de la nación, es necesario enfrentarla en su gravedad, sin huir de ella con hipotéticas consideraciones. El Pueblo de Dios ha de saber interpretar los acontecimientos a la luz del misterio del mal, y también a la luz del misterio salvador de Dios”.

Todo el Pueblo de Dios debe interpretar el momento presente como tiempo de purificación, como manifestación de un profundo síntoma que no excluye ni la lucha, ni la sanación, ese es el sentido positivo con el que invito a discernir nuestra realidad para saber distinguir, hacernos responsables e involucrarnos todos en un rescate moral, en la renovación interior a la que nos llamó el Papa en los cuatro escenarios en los que se encontró con el País. “Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza”.

“Proponer”, el Papa, en siete momentos claves hizo también un llamamiento explícito a generar en nuestro país una “cultura del encuentro”.

El complejo camino de construir la unidad de la nación implica reconocer al otro, sanar las heridas, construir puentes, estrechar lazos, y poner en el centro de toda la acción política, social y económica a la persona humana, su altísima dignidad y el respeto por el bien común, favoreciendo la cultura del encuentro.

A los obispos de todo el continente nos pidió trabajar sin cansarnos para construir puentes, abatir muros, integrar la diversidad y promover la cultura del encuentro y del diálogo, educar al perdón y la reconciliación, al sentido de justicia, al rechazo de la violencia, y el coraje de la paz.

El aporte de los cristianos en una nación con tantas heridas que reclaman sanación en la justicia, la verdad, la reparación y la no repetición, “exige generar desde abajo, un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida y del encuentro”.

Crear una cultura de encuentro

Ante la compleja situación de nuestra nación, la respuesta es el trabajo de todos, el compromiso por favorecer el diálogo y el encuentro que lleve a la cooperación de todos, a la lucha por el bien común, para generar un verdadero proyecto de nación, sobre la participación y no la exclusión, sobre el respeto y la solidaridad, y no la indiferencia y el odio.

La visita del Santo Padre deja un ambiente de esperanza, de compromiso y de vitalidad para este pueblo que acogió masivamente su mensaje y que ahora se siente comprometido a seguir dando pasos hacia la reconciliación y la paz.

Los discursos, mensajes y saludos del papa Francisco, serán la ruta del trabajo pastoral para el próximo trienio 2018-2020, cuya implementación en todas las jurisdicciones del país será animada por la CEC.

A continuación, los invitamos a ver el discurso de monseñor Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia: