
Recordar al padre Monroy es evocar una parte de la historia de la Sociedad de San Pablo en Colombia
Aristelio nació el 18 de agosto de 1935 en Paipa (Boyacá), una pequeña ciudad al norte de Bogotá, inmersa en las muchas montañas que caracterizan esta bella zona de Colombia. Fue bautizado el 26 de agosto, en la iglesia parroquial de San Miguel y allí mismo recibió la confirmación el 4 de diciembre de 1938. Fueron sus padres Antonio Monroy y Angélica Hurtado quienes lo educaron en la fe y en una vida sencilla y trabajadora.
A los 13 años vivió un tiempo en Tuta con su padrino, quien tuvo gran influencia en su vida y a quien recordaba con gratitud y cariño. En este contexto familiar, en el año 1949, cuando apenas tenía 14 años, ingresó a “La Casita” en Bogotá, la cual es parte de la Sociedad San Pablo, donde recibe en 1953 el hábito religioso.
Su formación continuó en Bogotá donde cursó filosofía (1953-1955). En junio de 1957 partió a Roma (Italia) a estudiar teología en el Colegio Internacional Paulino hasta el 1961. El 8 de septiembre del 1960 fue ordenado como diácono y finalmente, el 7 de mayo de 1961, en el Santuario “Regina Apostolorum” de Roma, es ordenado sacerdote por la imposición de manos de monseñor Ettore Cunial.
Fueron años fructíferos para él, continuó su formación en Roma, donde estudió filosofía en la Universidad Pontificia Gregoriana, luego diplomándose en catequesis en Bruselas (Bélgica), hasta realizar la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Bolivariana de Medellín.
Del 1988 al 1994 es delegado de la Comunidad paulina de Bogotá – Casa Provincial. Del 1993 hasta el 2003 el padre Monroy Hurtado se establece en Quito (Ecuador) como director de la Radio Católica Nacional y del Departamento de Evangelización y Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y, por un año, Superior de la misma comunidad.
Terminado este servicio regresa a Bogotá. En 2003 comienzan a manifestarse, de hecho, los primeros problemas de salud, al grado que sufre una delicada operación al corazón. En 2004 parte a Medellín, donde imparte algunos cursos a los novicios paulinos, frecuentando al mismo tiempo algunos seminarios de actualización en la Pontificia Universidad Bolivariana. Del 2009 hasta el día de su muerte permanece en su comunidad en Bogotá.
Como parte de su actividad apostólica, el padre Monroy escribió para los periódicos Familia Cristiana, Vida Pastoral y el Cooperador Paulino, dirigió el programa “Hora Paulina” para Radio Continental, colaboró con Radio Nuevo Mundo y Radio Lumitón de Bogotá, fue director de El Domingo y de las Ediciones Paulinas. También se ocupó de la animación vocacional y se dedicó a la enseñanza en el Seminario Menor Paulino.
El padre Monroy tenía un carácter firme, decidido al estudio, a la enseñanza y a la redacción a la cual dedicó muchos años de su vida. Entre sus trabajos vale la pena mencionar los libros que escribió para San Pablo: Y Dios entró en la selva. Una biografía de santa Laura Montoya; Catecismo de la familia Santos en overol, y una pequeña obra titulada El vagabundo del buen Dios. Padre Santiago Alberione, la cual impacta no solo por el título, sino también por el estilo sencillo y eficaz con el que presenta al padre Alberione y a la Familia Paulina, con un claro interés vocacional.
Sus amigos cercanos lo recuerdan como un pionero, el cual representa un vínculo directo con los orígenes y fundamentos históricos de la Sociedad San Pablo en Colombia-Ecuador-Panamá. “Su regreso a la Mansión Eterna nos deja infinidad de riquezas y desafíos, resumidos en su testimonio de paulino apasionado y libre, un precioso legado que debemos recibir, apreciar y aprovechar al máximo, para continuar viviendo e irradiando el carisma paulino en nuestros pueblos hoy”, indicó el padre Danilo Medina, ssp, superior provincial de los paulinos.
Para el padre Gustavo Nova, ssp, vicario provincial de los paulinos hay muchos motivos para dar gracias a Dios por la vida del padre Aristelio. “Reitero mi gratitud por su afán de animar, acompañar y exhortar hacia nuevas fuerzas a otros apóstoles paulinos, nuevos ministros de la Palabra, para que perpetúen el carisma ofrecido al mundo por el beato Santiago Alberione, de modo que la misión paulina no pierda sus bríos, no se
detenga, sino que, más bien, se levanten otros altavoces de la Palabra, como lo quiso, lo predicó y lo defendió nuestro apreciado padre Aristelio Norberto Monroy Hurtado”.
El 23 de abril de 2018, a las 7:50 a.m., en la enfermería de la Comunidad San Pablo de Bogotá, en la estuvo desde el 2009, y después de haberse recuperado por algunos días en la Clínica Esimed Jorge Piñeros Corpas, regresó a la Casa del Padre a causa de un paro cardíaco.
Poema escrito por el padre Aristelio Monroy
en ocasión de su primera misa
Diciembre 8 de 1963
“Mi primera Misa, para mi madre que arrulló mi vida
y mis ideales y desde el cielo los contempla coronados”.
¡Buenas tardes, Señor!
¡Buenas tardes, Señor!
Señor, ¿me oyes?
Cae la tarde y vengo a hablarte
de mis cosas, que son tus cosas:
he recorrido las calles de mi infancia;
pasé por bares, almacenes y plazas,
los hombres no se dieron cuenta...
Tal vez el traje que me diste no les gusta.
¡Ay, qué polvorientas estaban las calles!
Señor, ¿me oyes?
A veces estoy triste,
pero... eres mi Amigo, Señor,
por eso te pido, te ruego
que seas generoso con ellos y conmigo;
que en mí vean a tu sacerdote
y yo, en ellos, a mis hermanos.
Hay tantos que amando no te aman,
que buscando no te buscan,
que sufriendo no te imploran.
Somos tan necios, a veces, los hombres,
perdónanos.
En el fondo, en el fondo te amamos
y amando, en el fondo te buscamos.
Señor, ¿me oyes?
En mi querida Paipa hazte un semillero
de almas buenas, de santas almas.
Sé generoso, y a mis paisanos
dona tu paz,
que se sientan hermanos en tu amor,
pétalos de una sola rosa,
perfumes en una misma flor.
Señor, yo sé que me oyes,
pues por tu amor me hiciste sacerdote.
No estoy triste... estoy tranquilo.
Tú ya lo sabes todo,
solo tú lo eres todo
a tu lado está mi corazón,
descansa...
Señor, muy buenas noches.