Alegría y agradecimiento el que recibimos en este nuevo día que nos regalas. Alegría, Señor, porque tenemos otro día de descanso y agradecimiento por el don de la vida a ti y al Padre celestial. Gracias por darnos la ocasión de poder meditar tu palabra, de sentirla en nuestros corazones, pero ante todo de llevarla a la práctica.
San Martin de Tours, a quien celebramos hoy, empleó su vida para unir en una fe y amor a los que creemos en Ti. Que tu Espíritu Santo derrame con abundancia su amor sobre todos los que te consideramos como el fundamento y sentido de nuestras vidas. Este amor nos una a todos en un vínculo de comprensión y respeto mutuo y nos disponga a vivir los unos para los otros y a servirnos generosamente, motivados y ayudados por tu presencia misericordiosa. En este día danos la gracia de tu amor, para comprender tus palabras, mirar que en nuestro corazón no tiene que haber rencor y que tenemos que perdonar, reconciliarnos y hacer lo posible por vivir unidos en el amor que tú nos has regalado sobre todo que podamos comenzar en nuestras familias a lograr esa verdadera armonía. Auméntanos la fe para poder vivir cumpliendo la voluntad de nuestro Padre celestial. Señor, dame la fortaleza, la sabiduría y el don de perdonar de corazón, ayúdame a no sentir rencor; que no recuerde las ofensas y olvide los rencores, para tener verdadera felicidad en mi vida. Amén.
Un muy feliz lunes de descanso. Los abrazo y los bendigo.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar» (Mc 9,42). Con estas palabras, dirigidas a los discípulos, Jesús pone en guardia del peligro de escandalizar, es decir, de obstaculizar el camino y lastimar la vida de los “pequeños”. Es una admonición fuerte, una admonición severa, sobre la que debemos detenernos a reflexionar. (…) Si queremos sembrar para el futuro, también en el ámbito social y económico, nos hará bien volver a poner como fundamento de nuestras decisiones el Evangelio de la misericordia. Jesús es la misericordia. Todos nosotros, todos, hemos sido misericordiados. De otro modo, por más que aparezcan imponentes, los monumentos de nuestra opulencia serán siempre colosos con los pies de barro (cf. Dn 2,31-45). No nos engañemos, sin amor nada dura, todo se desvanece, se derrumba, y nos deja prisioneros de una vida evasiva, vacía y sin sentido, de un mundo inconsistente que, más allá de las fachadas, ha perdido toda credibilidad. ¿Por qué?, porque ha escandalizado a los pequeños. (Misa y beatificación en el Estadio Rey Baldovino de Bruselas, 29 de septiembre de 2024)