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8-nov.-2024, viernes de la 31.ª semana del Tiempo Ordinario

«El Señor alabó al administrador injusto porque había obrado con sagacidad, pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz»

Otro día, otro amanecer, otra semana laboral que va quedando atrás. Gracias, Señor, por este nuevo despertar y deseos de hacer las cosas según tu voluntad. Permítenos conocerla y seguir trabajando para sembrar el verdadero sentimiento de amor en este día que comienza. Déjanos abrir nuestro corazón e impregnar en nuestros hermanos la fragancia de la esperanza y la fe; que podamos encontrar la astucia necesaria para luchar contra el mal y llegar a ser administradores fieles y dadores de todo bien.  «El Señor alabó al administrador injusto porque había obrado con sagacidad, pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz». No alabas el robo ni el soborno con el que este hombre actuó antes malversando los bienes de su señor, sino su habilidad para resolver su situación actual. Sabe calcular bien las cosas y sabe encontrar una salida, cuando de repente se ve sin trabajo. La historia nos muestra la importancia de la astucia y la previsión. El administrador, aunque deshonesto, fue capaz de anticipar su futuro y actuar en consecuencia. Esta habilidad para prever y actuar es crucial en nuestra vida diaria. Gracias por tu bondad y misericordia que nos ayudan a discernir el camino del bien y mantenernos firmes en tu seguimiento. Amén. 

Un muy agradable y bondadoso viernes.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Hoy Jesús nos lleva a reflexionar sobre dos estilos de vida contrapuestos: el mundano y el del Evangelio. (…) Es necesario precisar inmediatamente que este administrador no se presenta como modelo a seguir, sino como ejemplo de astucia. (…) Ante tal astucia mundana nosotros estamos llamados a responder con la astucia cristiana, que es un don del Espíritu Santo. Se trata de alejarse del espíritu de los valores del mundo, que tanto gustan al demonio, para vivir según el Evangelio. Y la mundanidad, ¿cómo se manifiesta? La mundanidad se manifiesta con actitudes de corrupción, de engaño, de abuso, y supone el camino más equivocado, el camino del pecado, ¡porque uno te lleva al otro! Es como una cadena, aunque sí —es verdad— es el camino más cómodo de recorrer generalmente.

En cambio, el espíritu del Evangelio requiere un estilo de vida serio —¡serio pero alegre, lleno de alegría! —, serio y de duro trabajo, basado en la honestidad, en la certeza, en el respeto de los demás y su dignidad, en el sentido del deber. Y ¡esta es la astucia cristiana!  (Ángelus, 18 de septiembre de 2016)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.