Es motivo de agradecimiento despertar y contemplar el nuevo amanecer de un día más de vida que nos concedes; ahora, de nuestra parte está hacerlo agradable. Tú nos has llamado a ser una comunidad de fe, amor y servicio construida sobre el único cimiento sólido que eres Tú. Llénanos con tu Espíritu para que seamos tu comunidad en palabra y obras, sin plantear exigencias, sin buscar privilegios, sin tratar de dominar ni controlar a ninguno de nuestros hermanos. Ayúdanos a llevar alegría a todos, a amar sin excluir a nadie y a servir sin exigir ni gratitud ni nada a cambio. Que así seamos como nos pides: casa viva de Dios llena con tu presencia. Concédenos la gracia de ser templos vivos del Espíritu Santo y ante todo, Señor, de tener nuestro corazón agradecido y lleno de amor porque hoy celebramos y recordamos que tú has venido a nosotros y que tú nos dices “la casa de mi padre es casa de oración y el celo de tu casa me devora”.
Como nos dice san Pablo en este día, Tú has puesto los cimientos y ahora nos invitas a construir; nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad serán los materiales para tener verdaderamente el templo que tú esperas en cada uno de nosotros, un templo de amor, de servicio y sobre todo un templo que tenga tu presencia. Amén.
Un muy feliz y santo fin de semana, lleno de amor y de buenas intenciones.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Según el evangelista Juan, este es el primer anuncio de la muerte y resurrección de Cristo: su cuerpo, destruido en la cruz por la violencia del pecado, se convertirá con la Resurrección en lugar de la cita universal entre Dios y los hombres. Cristo resucitado es precisamente el lugar de la cita universal —de todos— entre Dios y los hombres. Por eso su humanidad es el verdadero templo en el que Dios se revela, habla, se lo puede encontrar; y los verdaderos adoradores de Dios no son los custodios del templo material, los detentadores del poder o del saber religioso, sino los que adoran a Dios «en espíritu y verdad» (Jn 4, 23). (…)
Si somos testigos de este Cristo vivo, mucha gente encontrará a Jesús en nosotros, en nuestro testimonio. Pero —nos preguntamos, y cada uno de nosotros puede preguntarse—, ¿se siente el Señor verdaderamente como en su casa en mi vida? ¿Le permitimos que haga «limpieza» en nuestro corazón y expulse a los ídolos, es decir, las actitudes de codicia, celos, mundanidad, envidia, odio, (…) «Oh padre, ¿tengo miedo de que me reprenda»? (…) La misericordia es su modo de hacer limpieza. (Ángelus, 8 de marzo de 2015)